Fernando Calatrava es el primer árbitro internacional de la FBCV. Ha llegado hasta lo más alto con su esfuerzo y trabajo, y su implicación con el baloncesto le lleva no sólo a vivir el arbitraje en primera persona, sino a enseñar sus conocimientos a los jóvenes compañeros que aspiran a ser algún día como él. Desde su labor como técnico FBCV, sabemos que su compromiso con nuestro deporte es máximo, y por eso ahora le hemos pedido que comparta con todos los lectores de #fbcvBlog cómo es el día a día de un árbitro de alto nivel. ¿Qué es lo más gratificante de su profesión? ¿Qué sacrificios conlleva? ¿Y cómo transcurren los días en semanas con partidos nacionales e internacionales? Él nos cuenta su experiencia.

Transmitir en unas líneas lo que implica ser árbitro de baloncesto a nivel profesional no es sencillo. Alguna gente piensa que nuestro trabajo se limita a un par de horas durante el partido el fin de semana. Quizá otras dos entre semana cuando tienes un partido internacional y poco más. Hay quien va un poco más allá y valora lo mucho que viajamos diciendo: “¡Qué suerte!, ¡Todo el tiempo viajando y trabajando en algo que te gusta!”. Ésta, entre otras, es una frase que se suele escuchar mucho cuando alguien descubre a qué te dedicas.

Vaya por delante que me siento muy afortunado del trabajo que tengo y que si alguien me lo hubiera dicho allá por octubre de 2000 cuando arbitré mi primer partido federado en la FBCV en aquella pista exterior de Almussafes (arbitrando sólo porque mi compañero no se presentó), le habría tomado por loco. Pero también tengo que decir que es bastante más sacrificado de lo que a priori puede parecer.

Una semana normal para mí empieza el lunes con el trabajo sobre el partido del fin de semana anterior en la Liga Endesa. Visionado del video y elaboración del informe para el departamento de arbitraje que raramente lleva menos de 4 horas de dedicación. Después me gusta aprovechar este día para poder hacer un entrenamiento físico en Denia porque luego en los viajes por Europa no sabes si vas a tener la posibilidad o no de entrenar. Además, son los lunes (junto con los viernes) los únicos días que puedo disfrutar un poco de la familia, así que procuro dedicarles el mayor tiempo posible a mi mujer y a mi hijo.

Los martes habitualmente salgo de viaje. Los viajes por Europa no son sencillos. Ahora mismo mientras escribo estoy de camino a Zagreb. Me he despertado en Denia. He tomado café en Valencia, donde he cogido un tren a Madrid (desde el que os escribo). Desde allí volaré a Zurich y, si todo va bien, un último vuelo me dejará en Zagreb a eso de las 21:30 donde mañana tengo partido.

Miércoles es el día habitual de partidos de la FIBA Europe Cup. La mañana es relajada. Desayuno y un breve paseo por la ciudad (en el caso de mañana, y estando en Zagreb, la visita al Museo de Drazen Petrovic es obligada). Luego llega la comida con los compañeros y el comisario y ya estamos metidos en el prepartido. Es hora de trabajar. Una vez finalizado el partido toca cenar y dormir pronto porque al día siguiente se viaja y se suele hacer bastante temprano.

Los jueves hago el viaje de vuelta a casa. En Europa las vueltas suelen ser muy temprano para intentar llegar a casa a una hora que permita aprovechar en parte ese día. En ocasiones es posible si hay buena combinación de aviones, sin embargo, otras veces como esta semana llegaré a Denia sobre las 20h después de salir de Zagreb a las 10 de la mañana. Pero no es un viaje relajado ni mucho menos. El viaje de vuelta siempre se aprovecha para trabajar (al igual que en la competición nacional) sobre el partido (que tenemos en vídeo nada más finalizar el mismo) y enviar al departamento de arbitraje de FIBA Europa el informe de autoevaluación que nos exigen tras cada encuentro.

Los viernes es el único día de la semana en que siempre estoy en casa (mis compañeros de la ULEB ni siquiera eso tienen seguro). En mi caso siempre aprovecho la mañana para entrenar y luego visita obligada al fisio (con cierta edad tanto viaje y partido pasan factura). La tarde es para la familia.

El fin de semana llega la Liga Endesa. Lo habitual es viajar el sábado ya que la mayoría de los partidos se juegan el domingo. Los viajes son más cómodos y llevan menos tiempo que en Europa. Normalmente llegamos a la ciudad para cenar con los compañeros y si el partido es por la mañana, vuelta por la tarde (salvo viajes a las Islas Canarias). Si es domingo por la tarde, toca volver el lunes por la mañana y vuelta a empezar.

Son muchas las horas que hay detrás de una semana normal de competición y muchas las noches fuera de casa a final de la temporada. Eso sin hablar de torneos más largos como las Supercopas, las Copas del Rey y los torneos internacionales en verano donde se suele pasar cerca de quince días fuera de casa.

Como veis, la dedicación profesional es algo muy sacrificado que exige un esfuerzo constante que supera con creces al “ratito” del partido (que es lo que el gran público ve). No solo hay que buscar tiempo para mantener una forma física adecuada para desarrollar tu trabajo. También hay que hacer un estudio constante de las reglas de juego, scouting de equipos, jugadores, y, sobre todo, situaciones de juego que detectamos en el análisis del video de nuestros partidos o que nos son remitidas de forma semanal por éste o aquél departamento de arbitraje de las distintas competiciones en las que arbitramos.

Un esfuerzo y dedicación continuada que, aunque quizá pueda parecer poco atractivo, sin duda trae recompensas. Llegar a un campo con miles de espectadores. El vestuario con tus compañeros en el prepartido. La concentración. La responsabilidad de participar en un espectáculo deportivo al máximo nivel. Salir a la pista, vivir desde dentro ese deporte que nos encanta y sentir que formas parte de él… No es que te haga olvidar todo lo anterior. No. Te anima a seguir haciéndolo porque, y aquí mi vocabulario se queda corto, es algo INDESCRIPTIBLE.

 

Fernando Calatrava (árbitro internacional de la FBCV)

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