Recientemente, el club CBG Guadassuar llevó a cabo un homenaje por su retirada de las canchas al jugador Nardo Espí Añó, el ‘Dàtil’.
Nardo Espí Añó, 42 años, colgaba las botas después de toda una vida dedicada al baloncesto. Al homenaje acudieron entrenadores, compañeros y gran número de aficionados de los equipos en los que este jugador, uno de los más destacados de la comarca de la Ribera Alta, jugó y siempre destacó.
 

Nardo inició su carrera en el equipo de su localidad, Carlet. Desde pronto destacó por su gran potencial físico y capacidad anotadora. En la temporada 90/91 fue fichado por el CB Calpe, equipo en el que pasaría tres temporadas al máximo nivel, momento en el que el club alicantino consiguió ascender hasta lo que hoy en día sería la LEB Oro.
En la temporada 93/94, un proyecto ambicioso motivó su regreso a Carlet, de la mano del entrenador que en su dia lo descubrió, Tonino Torres. Fueron unas temporadas de gran nivel, en las que Carlet construyó un gran equipo que sitúo al club en las categorías más destacadas del baloncesto autonómico.
Después de cinco temporadas, y ante el estancamiento del proyecto por razones económicas, Espí decidió formar parte del CBG Guadassuar. Durante siete temporadas seguidas, destacaría sobremanera en juego y anotación, provocando un giro fundamental en este club, al que acostumbró a la victoria, y al que sumó una afición que hoy en día se mantiene en las gradas partido a partido.
En la temporada 07/08 Nardo decidió volver a la competición más exigente y de la mano de su gran amigo y mejor jugador, Carlos Serrano, jugaría tres campañas en el CB Xàtiva, equipo que estuvo en esas temporadas en categoría Nacional, llegándose a proclamar campeón de la Lliga Valenciana.
 
Espí siguió jugando en Nacional dos temporadas más, en el CB Sueca, para terminar volviendo otra vez al CBG Guadassuar en la temporada 12/13, y hasta la presente.
 
En todos estos años, Nardo siempre se mostró en las canchas de manera destacada. Quienes le han conocido, le han visto jugar, han entrenado o han jugado con él coinciden en advertir su gran capacidad anotadora, entrando a canasta, en el tiro a media distancia y en el triple. En sus años más potentes, habitual era ver varios mates en partido a la mínima oportunidad que se le ofrecía. Pero además de brillante jugador, para el Club Espí siempre ha destacado por ser una gran persona, humilde, trabajadora y con un sentido del compañerismo muy marcado.
En Guadassuar será recordado durante mucho tiempo, pues entre las acciones que se llevaron a cabo en el homenaje, su camiseta, con su número 7, fue retirada y colgada en un lugar destacado del pabellón guadassuarense.